Sebastián López de Arteaga nació el 15 de marzo de 1610 en Sevilla, donde se formó y regentó un taller que llegó a tener hasta tres aprendices, de 1630 a 1638. En 1638 se estableció en Cádiz, y en 1640 emigró a México en la flotilla del virrey recién nombrado, Diego López Pacheco, marqués de Villena. Arteaga es conocido por ser uno de los artistas que exportaron de Sevilla al Nuevo Mundo el estilo naturalista-tenebrista de la pintura protobarroca, originalmente deudor del maestro italiano Caravaggio (Michelangelo Merisi, 1571-1610), según se ve en su Incredulidad de santo Tomás (h. 1643; Ciudad de México, Museo Nacional de Arte, inv. 3129). A partir de 1643 sus obras manifiestan una tendencia progresiva al empleo de iluminación más difusa y fondos de paisaje. En 1652 Arteaga, que parece haber sido un hombre pendenciero, murió a consecuencia de las heridas sufridas en un duelo a espada.
Esta gran pintura de san Miguel venciendo a los ángeles rebeldes, una de las tres mayores sobre cobre de las que hay noticia, muestra un aspecto de la producción de Arteaga totalmente distinto de las obras caravaggescas de su primera época. Ejecutada sobre una base de ocre azul en lugar del rojo oscuro o pardo que habitualmente se encuentra en la pintura del siglo XVII, ofrece un esquema de iluminación más envolvente y una composición plenamente barroca. Mientras que la figura de san Miguel y la parte superior de la escena son en gran medida invención de Arteaga, la maraña de ángeles vencidos, que ya se están convirtiendo en demonios, se basa en un grabado muy difundido de Lucas Vorsterman (1595-1675) dedicado al rey Felipe IV de España. Ese grabado, fechable hacia 1621, era a su vez reflejo de una pintura de hacia 1619 ahora perdida, la Caída de los ángeles rebeldes del maestro barroco flamenco Pieter Paul Rubens (1577-1640). Al parecer Arteaga llevó consigo a México cierto número de grabados para servirse de ellos como fuente de inspiración, según demuestra su Estigmatización de san Francisco (1650; Ciudad de México, Museo de la Basílica de Guadalupe), también basada en un grabado de Vorsterman según Rubens [véase Washington D.C. National Gallery of Art, 1978.29.4].
El asunto está tomado del Apocalipsis (12, 7-9), donde se lee que se trabó una batalla grande en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y el dragón, con sus ángeles, lidiaba contra él: pero estos fueron los más débiles, y después no quedó ya para ellos lugar ninguno en el cielo. Así fue abatido aquel dragón descomunal […] y sus ángeles con él. La devoción a los ángeles, especialmente a los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, se desarrolló con fervor en el siglo XVII, y en ningún otro lugar como en México.
Arteaga pintó al menos otra imagen de un milagro de san Miguel, El milagro del toro (h. 1650; Denver Art Museum, inv. 1994.27), donde también la luz caravaggesca de las figuras principales se atempera con una iluminación menos concentrada y una paleta más suave. Atendiendo a la progresión estilística que va de la Incredulidad de santo Tomás a la composición de Denver, el lienzo de la Hispanic Society se debería fechar después de esta, en los últimos años de la vida de Arteaga, entre 1650 y 1652.