Fray Alonso López de Herrera, O.P.

(Valladolid, h. 1580–Cuidad de México, act. 1648)

La Inmaculada Concepción

México, 1640

Óleo sobre cobre, 52.7 × 38.7 cm

Firmado y fechado abajo a la izquierda: “fr. Alo de Herrera [rúbrica] 1640.”

Inscrito en la filacteria de arriba: «Tota Pvl/chra es Amica Mea / et // Macvla / Originalis no/n est inte » (« Toda eres hermosa, amiga mía; no hay mancha original en ti» : cf. Cantar de los Cantares 4,7).

En el reverso van grabados 55 imágenes de santos y símbolos teológicos.

Nueva York, The Hispanic Society of America, LA2176

Fray Alonso López de Herrera nació en Valladolid hacia 1580. En 1608 llegó a México, en el séquito del dominico fray Francisco García Guerra, elegido arzobispo de la Ciudad de México y virrey interino de la Nueva España, a quien retrató en 1609 (Tepotzotlán, Museo Nacional del Virreinato). Artista sacro y decorador de templos, ingresó en la Orden de Predicadores en 1625, y en 1646 fue nombrado prior de los dominicos de Zacatecas. En 1648 permanecía en activo, y es posible que viviera hasta 1675.

Una de las imágenes más comunes del Siglo de Oro en España y Latinoamérica fue la de la Inmaculada. Promovida con entusiasmo por los monarcas españoles de la casa de Austria, así como por los franciscanos y los jesuitas, la doctrina de la Inmaculada Concepción de María gozaba de general aceptación, pero también encontraba la oposición de grupos importantes dentro de la Iglesia católica, y en particular la de los dominicos u Orden de Predicadores. Se sabe, sin embargo, que los dominicos hispánicos apoyaron la posición inmaculista. En su condición de futuro dirigente dominico con las especiales responsabilidades de un creador de imágenes sacras, López de Herrera sin duda tuvo que tener el visto bueno de sus colegas. El resultado es una pintura devocional minuciosa, de atractivo casi hipnótico, que compendia un elemento esencial de la piedad hispánica.

El cuadro de la Hispanic Society presenta a la Virgen bajo el Padre Eterno y la paloma del Espíritu Santo, rodeada de símbolos tomados de diferentes pasajes bíblicos y textos litúrgicos relacionados con el culto mariano. La fuente primaria es el capítulo 12 del Libro del Apocalipsis, donde aparece una mujer amicta sole, «vestida del sol». Tiene, se nos dice, «la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas», y un dragón la amenaza. Las letanías, los Salmos y el Cantar de los Cantares aportan otros símiles: «bella como la luna, brillante como el sol»; «rosa de Sarón»; «torre de David» (con la forma de una torre de Sevilla, la Torre del Oro); «esbelta como una palmera»; «un huerto cerrado […] una fuente sellada»; «un pozo de agua viva»; «esbelta como ciprés de Sión»; «espejo sin mancha»; «estrella del mar»; «ciudad de Dios»; «escala al cielo»; «puerta del cielo»; «templo de Dios» (o «del espíritu»); «puerto seguro»; y también los dolores de la Virgen (lirios negros).

El reverso de la plancha de cobre lleva grabadas cincuenta y cinco imágenes de santos y conceptos teológicos jesuíticos, relacionadas con estampas de la familia de grabadores flamencos Wierix. Es probable que las estampas fueran un medio didáctico en la instrucción cristiana, no solo para los jesuitas sino para todas las órdenes que desempeñaron funciones misioneras y pedagógicas en el Nuevo Mundo. No se sabe dónde fue grabada y estampada la plancha.

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Immaculate Conception, ca 1798. Puebla de los Angeles, Mexico. Tin-glazed earthenware

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